La camisa de fuerza de Intel y el viaje hacia los Apple Silicon

La camisa de fuerza de Intel y el viaje hacia los Apple Silicon

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La camisa de fuerza de Intel y el viaje hacia los Apple Silicon

Los constantes tropiezos de Intel en los últimos años han arrojado debajo del autobús a una industria que depende en gran medida de sus procesadores. Los fabricantes de PC y Mac han dependido tradicionalmente de Intel para lanzar nuevos equipos de sobremesa y portátiles, adaptando sus desarrollos a los ciclos de la empresa de Mountain View, California. Los apuros de Intel por llevar al mercado chips con litografías cada vez más pequeñas ha tenido efectos inesperados aunque previsibles en una compañía en concreto: Apple.

Apple decidió hace tiempo que ya había tenido suficiente con Intel y su agobiante camisa de fuerza. Así ha sido el trayecto hasta los Apple Silicon recorrido por los de Cupertino.

Intel y los retrasos para saltar desde los 14nm a los 10nm

Intel

La fabricación de semiconductores utiliza un proceso de litografía mediante el que se “imprime” el circuito de un chip. Se mide según el tamaño de los transistores involucrados en la manufacturación, que en la actualidad utiliza los nanómetros como medida. Cuanto más pequeños sean los nodos, más se podrán imprimir en una misma superficie.

Esto permite reducir el tamaño de un chip manteniendo su potencia o bien hacerlo más potente si se opta por la misma. Al igual que cualquier otro fabricante o diseñador de procesadores, Intel trabaja de forma constante en nuevos procesos de fabricación que reducen el tamaño de los nodos. En el pasado, ha operado en ciclos de dos años conocidos como tick-tock, donde en uno se presenta una reducción del proceso de fabricación (tick) seguido de un cambio de microarquitectura (tock) al año siguiente.

Tick tock
2016 fue un punto de inflexión: Intel abandonó el tick-tock en su desarrollo de chips para añadir una etapa más de optimización; fue la prueba de que algo no iba bien en la compañía

Sin embargo, todo eso cambió en 2016 cuando la empresa anunció que añadiría una nueva fase de optimización que prolongaría el proceso un año más. Y aquí es donde empezaron los problemas. Si resumimos el calendario de eventos, vemos lo siguiente:

Como vemos, lo sucedido en 2016 ha tenido repercusiones de gran calado. Los 10nm acabaron lanzándose años después de lo previsto inicialmente, retrasándose también los procesadores de 7nm. El contraste con competidores como TSMC, centrados en chips ARM, salta a la vista.

La arquitectura empleada por ambos gigantes no es la misma, por lo que no se pueden hacer comparativas en las mismas condiciones. Dicho esto, debemos señalar que TSMC entregó en 2018 los chips A12 Bionic de Apple con 7nm. Este año se espera que el iPhone 12 desembarque con un procesador fabricado bajo los 5nm. Creado, por supuesto, por TSMC. Y para 2022, cuando Intel tenga listo sus chips de 7nm, TSMC tendrá los suyos de 3nm.

Bajo este panorama, cabe hacerse una pregunta: ¿qué le ha pasado a Intel?

La maldición de la integración de Intel

Chips

Intel, en cambio, estaba atrapada por su enfoque integrado. Su primera oportunidad perdida fue la plataforma móvil: en vez de simplemente manufacturar chips ARM para el iPhone, la compañía supuso que podría ganar apoyándose en su capacidad de fabricación para crear un chip x86 más eficiente; fue una decisión que revelaba demasiado conocimiento sobre los márgenes de Intel y no suficiente reflexión acerca de la importancia entre la integración entre DOS/Windows y x86.

Ben Thompson publicó este artículo en 2018, con motivo de la dimisión del entonces CEO de Intel, Brian Krzanich tras romper la política de no mantener relaciones personales con alguien de la empresa. Según el analista, Intel se ha beneficiado enormemente de su integración como diseñador y fabricante de chips. Sin embargo, esta especialización le ha llevado a perderse las nuevas oportunidades que surgían en el mercado.

Ya en 2016 hablamos de cómo Intel rechazó el negocio del iPhone en sus comienzos, precisamente por lo que cuenta Thompson: pensó que si trabajaba en sus chips x86 llegaría a una alternativa mejor. Veía a ARM como un negocio de poco margen frente al de servidores, por lo tanto era más una distracción que otra cosa. ARM fue un ejemplo de cómo la separación entre el diseño de chips y su fabricación podía dar lugar a un producto superior.

Thompson

Esta separación ha favorecido la proliferación del desarrollo de nuevos procesadores especializados en tareas concretas (TPUs, motores neuronales, etc.), que compañías como TSMC, Global Foundries y Samsung se encargan de fabricar. Y poco a poco, las CPUs y GPUs de arquitectura ARM han rivalizado primero con los chips x86 de intel, para posteriormente superarlos. Así es como llegamos hasta los Apple Silicon.

Apple Silicon o el control del propio destino

MacBook Pro

Hay quien piensa que la decisión de Apple por crear sus propios chips reside en el dinero. Otros en la eficiencia. También hay quien achaca toda la culpa a Intel y sus continuos traspiés. Todas ellas son buenas razones, pero en última instancia, responden a una única palabra: control.

Como sabemos, y la propia compañía ha declarado en varias ocasiones, Apple aspira a controlar todas las tecnologías que considera críticas en sus productos. ¿Puede haber algo más esencial que un procesador? Con cada iteración de silicio, Apple ha añadido e integrado cada vez más procesadores menores en sus iPhone y iPad. Era una cuestión de tiempo que el Mac sucumbiera también ante esta estrategia.

Desde luego, el timing para los Apple Silicon no podría haber sido mejor. Para cuando Intel saque al mercado sus procesadores de 7nm, Apple habrá completado su transición, liberándose de la gruesa chaqueta de Intel. Suponiendo que la venerable compañía ahora dirigida por Bob Swan cumpla sus promesas.

MacBook
Intel está sufriendo una disrupción de libro, donde un negocio ignorado por poco rentable se vuelve provechoso para competidores pequeños que iteran y acaban generando uno que derriba al incumbente

Lo que Intel está sufriendo en estos momentos es una disrupción de libro. Una compañía establecida con un negocio muy provechoso se centra en aquello que se le da mejor (chips para servidores en gran medida, con una división menos importante para ordenadores convencionales). Cualquier otra oportunidad se compara con el negocio principal y se rechaza por ser poco rentable y muy costosa inicialmente, así como requerir unos cambios culturales en la empresa de gran calado.

En paralelo surge una tecnología a todas luces peor, pero con gran promesa a futuro. La constante iteración de los competidores (TSMC y Samsung principalmente) mejoran el producto hasta hacerlo crecer y convertirlo en un negocio atractivo. Primero toman un mercado alternativo (dispositivos móviles), después van a por uno superior (PCs y Mac) y finalmente atacan el bread & butter de la empresa (servidores).

El resultado es que Intel probablemente haya dejado atrás sus mejores años, dejando de ser el líder que fue antaño. El modelo integrado les ha reportado una gran historia, pero el mercado ha virado hacia un modelo donde el diseño y fabricación son independientes. Apple lo tiene claro y en apenas dos años apartará de forma definitiva a Intel. En ese momento, Cupertino controlará su propio destino.

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