Así era utilizar un iPhone hace diez años en España

Así era utilizar un iPhone hace diez años en España

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Así era utilizar un iPhone hace diez años en España

El iPhone es, a día de hoy, el ordenador personal de de todos nosotros. Es el dispositivo que más usamos, el que llevamos en el bolsillo. Lo utilizamos para comunicarnos con otras personas, para entretenernos, para comprar bienes y servicios y para hacer trámites. Es lo primero que cogemos al empezar el día y lo último que dejamos en la mesilla de noche.

Pero no siempre ha sido así. Hace diez años, el iPhone era algo completamente nuevo que justo empezaba a entrar en nuestras vidas. Muchos querían uno, pero lo que ahora es cuestión de un desembolso de dinero en una tienda antes no lo era tanto. Vamos a recordar, para los más veteranos, qué comportaba tener un iPhone en España hace diez años.

Exclusividades y permanencias a la orden del día

Tal y como recuerda nuestro compañero Antonio Sabán en su Twitter, la llegada del iPhone fue todo un acontecimiento. La prensa tradicional lo anunciaba a bombo y platillo, describiendo todas sus funciones y cómo intentaba revolucionar la telefonía móvil en una época en la que todos llevábamos un iPod y uno de esos indestructibles Nokia en los bolsillos.

Pero hacerse con uno no era demasiado fácil. Ni barato. El primer iPhone que llegó a España fue el iPhone 3G en verano de 2008, equipado con el entonces llamado iPhone OS 2. Su novedad principal: la App Store. Los desarrolladores podían desarrollar sus propias aplicaciones y venderlas en el catálogo oficial de Apple.

El iPhone 3G se vendía en exclusiva en Movistar. O contratabas un plan de voz y datos con ellos, o te quedabas sin teléfono de Apple. Yo mismo me di de baja de Vodafone y me di de alta in situ en una tienda Movistar de Tarragona, para así poder tener el que muy probablemente fue el primer iPhone vendido en la provincia.

En esa época las operadoras subvencionaban los teléfonos móviles, de modo que podías hacerte con uno gratuitamente siempre que te comprometieras a pagar una tarifa de voz y datos concreta y con una permanencia que podía llegar a ser de hasta dos años. En el caso del iPhone 3G podía llegar a suponer gastarse más de 2.000 euros en ese periodo de tiempo, unos 83,3 euros al mes. Y eso si querías el modelo de 8 GB, porque si querías el de 16 la suma aumentaba a 2.760 euros en dos años.

En mi caso, recuerdo gastarme unos 300 euros en el iPhone para pagar unos 30 euros mensuales para un plan que incluía unos minutos en llamadas a móviles y 200 MB de navegación de datos al mes por la red 3G. Ahora mismo tengo un plan con llamadas y SMS ilimitados y 25 GB de datos.

iPhone 3GS

Tener uno de estos iPhone implicaba estar sí o sí anclado a Movistar. Se podía liberar, pero implicaba hacer un jailbreak al teléfono y modificar el sistema para que aceptase la cobertura de otras operadoras. Con el tiempo el iPhone llegó a venderse para otras operadoras, pero los primeros modelos eran completamente exclusivos. Y las unidades llegaban con cuentagotas, lo que provocó sus respectivas quejas.

Quizás el cambio más grande fue la llegada de los primeros iPhone libres a España, coincidiendo con la inauguración de la primera Apple Store española en el centro comercial La Maquinista de Barcelona. Era 2010 y estábamos admirando las primeras pantallas retina en los iPhone 4. Empezaba así el fin de las subvenciones de móviles en el país, de modo que pagabas a tocateja el iPhone que quisieras para luego elegir la operadora que quisieses.

Ese modelo es el que precisamente seguimos teniendo ahora: compramos el iPhone, elegimos un operador y listos. Los cambios que pueden afectar a esto son de momento las sutiles eSIM integradas en los modelos más modernos y esa hipotética suscripción de la que cada vez más gente habla.

La novedad de la época: llevar internet con nosotros

Pero lo que más recuerdo como radicalmente diferente era lo que hacíamos con el iPhone hace diez años. Mientras que ahora las notificaciones y distracciones de las redes sociales están a la orden del día, en 2008 nos dedicábamos a consultar el correo y a usar los primeros programas de mensajería instantánea. Y sólo eso ya nos fascinaba, porque era la primera vez que teníamos internet en nuestro bolsillo.

Twitter era una de las aplicaciones que más se usaban entonces, y recuerdo con cariño el cliente Twinkle que se popularizó en ese momento. Aunque tampoco podíamos usarlo demasiado, porque los 200 MB mensuales de la tarifa de datos se agotaban enseguida. Aún así, empezaba una época que aún sigue ahora y que incluso intentamos corregir: la de estar permanentemente disponibles y ser vulnerables a todo el abanico de distracciones que implica tener un ordenador en nuestro bolsillo.

Definitivamente, usar un iPhone hace diez años era algo muy diferente a lo que hacemos ahora con él. Y eso hace que me pregunte qué podremos hacer con el iPhone que tendremos en diez años... o con el dispositivo que llegue a reemplazarlo. Todo es ponerse a imaginar.

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