Ser empleado de Apple: el secretismo

Ser empleado de Apple: el secretismo
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A estas alturas, si hay algo que no es secreto en Apple es que todo lo demás sí lo es. Steve Jobs dejó grabado a fuego en el ADN de la compañía la máxima de que las filtraciones destruyen la sorpresa y que cuanto menos sepamos, más divertido será. En tecnología, la sorpresa no solo te da más tiempo para capitalizar tu esfuerzo mientras la competencia trata de responder, sino que la presentación de un producto del que no sabíamos nada también genera instantáneamente un nivel de cobertura por parte de los medios y una atención en las redes sociales que no tiene precio.

Para muchos empleados de la manzana todo comienza antes incluso de firmar su contrato. En la entrevista, con frecuencia ni tan siquiera son informados del proyecto en el que trabajarán; es un salto de fe. El primer día no es muy diferente. Llegas a tu puesto y das una vuelta por el departamento para conocer a la gente y tratar de ubicar la posición de cada uno. La mitad de ellos te dice que no puede contarte en qué está trabajando. Tienes que ganarte la confianza de tu jefe antes, y mientras tanto quizás ni tan siquiera trabajes en un proyecto real.

Con frecuencia ni tan siquiera son informados del proyecto en el que trabajarán.

Todas las compañías tienen secretos, la diferencia es que en Apple, todo es un secreto... algo asumido con orgullo y cierto sentido del humor. Un ejemplo lo tenemos en las camisetas que se pueden comprar en la tienda del campus de la compañía en Infinite Loop, una de las pocas áreas abiertas al público.

Camiseta Apple
He visitado el Campus de Apple. Pero eso es todo lo que tengo permitido decir.

Apple se esfuerza para que sientas rápidamente que formas parte de algo especial, y esto también se aplica a los empleados de las compañías adquiridas por ella. Apenas se cierra la transacción, las oficinas de la empresa reciben un envío de nuevos y flamantes iMacs para que sustituyan los equipos de cada escritorio. "Ahora formas parte de Apple".

En cualquier caso, durante la sesión de orientación de cuatro horas que recibe cada trabajador junto al tradicional paquete de bienvenida, un mensaje mucho más amenazador es transmitido de forma cristalina: el castigo por revelar secretos de Apple, intencionadamente o no, es el despido inmediato.

El castigo por revelar secretos de Apple, intencionadamente o no, es el despido inmediato.

Y sí, ser despedido por hablar demasiado o tener un descuido es una preocupación real. La gente encargada de las presentaciones de Apple reciben copias en papel de un libreto llamado Rules of the Road en el que se detalla no solo el plan de acción para el lanzamiento del producto, sino también cada hito alcanzado durante su desarrollo y la persona directamente a cargo de él. Perder o revelar este documento a la persona equivocada supone el despido inmediato, algo que se señala en el documento en si, claramente identificado con marcas de agua que lo vinculan a su responsable.

Durante el día a día, esa presión sigue ahí, y mientras que a los ingenieros de Silicon Valley les encanta intercambiar historias del lugar donde trabajan, los ingenieros de Apple tienen la reputación de guardárselas para ellos mismos. Las leyendas urbanas que hacen circular entre ellos, con base real o no, les disuaden de hablar del trabajo cuando se encuentran tomando una cerveza fuera del campus, y existe la creencia de que agentes de seguridad vestidos de paisano frecuentan el BJ's Restaurant and Brewhouse de Cupertino, un restaurante al que los trabajadores de la manzana se refieren como IL7, "Infinite Loop 7" (el campus de Apple tiene seis edificios, identificados como IL1 a IL6, de ahí la broma).

¿Esa pared estaba ahí ayer?

Oficinas de Apple

Los carpinteros, y no los ingenieros, son los primeros en enterarse de que algo grande se está gestando. De la noche a la mañana se levantan nuevas paredes donde antes no las había, puertas con nuevos protocolos de seguridad, ventanas que eran transparentes pasan a ser translúcidas y otras habitaciones se convierten en auténticas cuevas, habitaciones confinadas de las que no sale ni entra nada sin una buena razón.

Si no perteneces al proyecto con toda seguridad no tendrás ni idea de lo que está sucediendo, y es poco probable que llegues a preguntar. Si nadie te lo ha dicho, es que no es de tu incumbencia. Es más, ni tan siquiera podrás hacerte el despistado y caminar por los lugares a los que tenias acceso antes de las reformas; tu tarjeta de identificación ya no funcionará en ellos.

Si un buen día alguien decide que debes formar parte del proyecto estarás de enhorabuena, pero antes de satisfacer tu curiosidad tendrás que firmar un nuevo legajo con más acuerdos de confidencialidad en los que, otra vez, te comprometes a guardar el secreto y no revelárselo ni tan siquiera a tu propia mujer.

No es infrecuente que un ingeniero pueda entrar en un lugar al que su jefe no tiene acceso.

Lo curioso del asunto es que no es infrecuente que un ingeniero pueda entrar en un lugar al que su jefe no tiene acceso, y también existen zonas en las que, no importa si se está trabajando o no en un proyecto especial, la mayoría de empleados de la compañía nunca ha llegado a poner los pies. Ese es el caso por ejemplo del laboratorio de diseño industrial en el que trabaja Jony Ive y su equipo.

Creo que con esto ya os hacéis una buena idea de hasta qué punto se toman en serio los secretos en Apple, pero si alguna vez se ha realizado una analogía más cruda y precisa sobre el tema, esa es la que Jon Rubinstein, antiguo vicepresidente de ingeniería de hardware, y una de las personas responsables del desarrollo de los primeros iMac y iPod: "Tenemos células, como una organización terrorista. Todo gira alrededor de lo que necesitas saber y lo que no".

En Applesfera | Cómo trabajar en Apple: la entrevista de trabajo

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