“Es malísima”. Con estas dos simples palabras expresó Steve Jobs su opinión por la que ha sido una de las franquicias más taquilleras de la historia: Transformers. Jamás logró ver una de sus películas al completo. No le gustaba nada. Jamás aclaró exáctamente qué le llevó a tener esa opinión, pero así era.
Transformers es, sin duda, una de las sagas más exitosas de toda la historia. Son siete películas, y la última se estrenó aquí en España hace unos días. Ha sido la más taquillera de la semana y ha ingresado 60,5 millones de dólares solo en los Estados Unidos. Tiene muy buena pinta, y es probable que este redactor vaya a verla en algún momento.
Una llamada evitó que viésemos un iPod asesino
Durante el rodaje de la primera película, Michael Bay, su director, pensó en incorporar un iPod a la misma. De hecho, algunos rumores allá por el año 2007 hablaban de la posible incorporación de un reproductor de música de Apple de unas 12 pulgadas que se transformaría en una pequeña pero eficaz máquina de matar.
Cuando Steve Jobs se enteró de lo que planeaba Michael Bay, le llamó directamente y le dijo que ni se le ocurriera. Jobs estaba terriblemente enfadado y aterrorizado. Ya no solo por el hecho de que no le gustase Transformers, es que evidentemente nadie con dos dedos de frente y un mínimo de conocimiento en eso del PR permitiría que hiciesen de su dispositivo estrella un arma mortal en la quinta película más taquillera del año. Sería un suicidio empresarial.
Finalmente y como no podía ser de otra manera, la dirección de Transformers tuvo que ceder y acabaron firmando un acuerdo con Nokia. No decimos que su pérdida de popularidad desde entonces se deba al extraño robot —que te dejamos aquí abajo— en que convirtieron a su teléfono en aquel entonces, pero desde luego que la relación causal es curiosa.
El resultado de esta historia es que si vuelves a ver las primeras películas de Transformers no encontrarás ni un solo iPhone o producto Apple que se convierta en robot. Mucho menos en uno de los malos. Si que sale algún producto, como un MacBook en la película de 2007 o una Thunderbolt Display en la de 2009, pero nada fuera de lo normal.
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