El iPhone cumple hoy su décimo aniversario. Una fecha importante para el dispositivo que más ha cambiado el mundo en todo este tiempo. Se suele afirmar que la verdadera revolución vendría un año después con la App Store y la constelación de apps que la acompañarían, pero al hacerlo nos olvidamos de uno de los verdaderos motores de la revolución del iPhone: Safari.
El infierno del internet móvil
A comienzos de siglo, las operadoras de telefonía empezaron a desplegar redes de datos para dispositivos móviles. Recuerdo cómo hace unos quince años, Telefónica (ahora Movistar) mostraba la conexión WAP de su red de telefonía. Había un anuncio en concreto en el que aparecía un hombre andando por la jungla que se le cuela una serpiente por el pantalón.
Se queda clavado en su sitio mientras intenta sacar su móvil sin moverse demasiado. Con su dispositivo de pantalla de tinta electrónica de un solo color, consigue navegar por internet y averiguar que esa especie de serpiente no es venenosa. Y respira aliviado.
Internet en el móvil tuvo esos comienzos. Una tecnología que no debería haber llegado a nosotros de esa forma y que nunca llegó a prender la mecha del consumidor. Por supuesto, con el paso de los años vimos cómo mejoraba la navegación desde el móvil.
En el año 2005 e impulsado por compañías como Google, Nokia, Samsung, Vodafone y Microsoft, nacían los dominios .mobi. Este consorcio de empresas abogaba por el uso de determinados estándares para las páginas web móviles. En realidad, adaptar una web a estos estándares estaba sólo al alcance de unas pocas compañías.
De modo que se creó un problema como el del huevo y la gallina. Navegar por internet solo nos daba acceso a una versión limitada y poco útil de la web, en caso de que estuviera adaptada. Los usuarios preferían acceder a internet desde un ordenador, generando pocos incentivos para adaptar la web a esos estándares móviles. El resultado era un auténtico suplicio para el usuario final.
Safari en iPhone OS rompió el círculo vicioso
Voy a enseñaros algo increíble. Voy a enseñaros Safari en un dispositivo móvil.
Apple vio este problema y quiso romperlo sirviéndose del usuario final. Con el iPhone, entregaría un navegador web que no tenía nada que ver con los navegadores que incorporaban las PDA y smartphones del momento. Webs que, como hemos visto, eran versiones muy limitadas de las que aparecen en el ordenador.
Queríamos el mejor navegador del mundo en nuestro teléfono, no un navegador web bebé o en versión WAP. Un navegador de verdad. Y escogimos el mejor del mundo, Safari, y por eso tenemos Safari en el iPhone. Es el primer navegador HTML completamente funcional en un teléfono.
A continuación, para la demostración de Safari en iPhone OS (el nombre original de iOS), Jobs introdujo la web del New York Times. Y ahí estaba. La misma versión que podía leerse en el escritorio al completo. En un smartphone con una pantalla descomunal para la época.
Por primera vez en la historia, Safari en el iPhone permitía tocar e interactuar con una web de una manera nunca antes vista. Hacer zoom con el clásico pellizco que hoy utilizan todos los smartphones. O el scroll inercial, que acumula la velocidad de deslizamiento que le damos a una web con el dedo. Y ese efecto rebote cuando llegas al principio o al final de la página. Tampoco debemos olvidar el doble toque para hacer zoom automático. Magia encerrada en software.
El iPhone y Safari equipararon la web de escritorio con el formato móvil. Entre ambos abrieron las puertas a numerosas innovaciones y cambios en la totalidad de la web. Un protagonismo que muchas veces queda en segundo plano debido a la revolución que supuso la App Store un año después.
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Imagen | Dan Taylor-Watt.
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