Pixar, el estudio de animación levantado por Steve Jobs que un día fuera la fábrica de la gran mayoría de personajes de nuestra infancia, no está pasando por su mejor momento. Algunas de sus franquicias como 'Los Increíbles', 'Buscando a Nemo' o Toy Story siguen existiendo y aún a día de hoy siguen cosechando éxitos y aumentando las cuentas de ingresos de la empresa, pero ya no es lo mismo.
Parece que, por lo que sea, haya perdido esa chispa que puso sonrisas en las vidas de muchos de nosotros. El ejemplo más claro de esto es su última película: Elemental. Si actualizamos los datos a la inflación, ha sido el peor estreno en toda la historia del estudio, y no por poco. 27 millones de euros en fin de semana. La segunda peor fue la primera película de Toy Story en 1995 —pero porque cometieron el error de lanzarla un miércoles—, y actualizado a hoy generó 55 millones de euros. Más del doble.
“Not on my watch” habría dicho Steve
Cuando echaron a Jobs de Apple, fundó NeXT y en el procesó compró la división de gráficos de la productora de George Lucas —el de Star Wars e Indiana Jones entre otros— por diez millones de dólares. De ahí acabó saliendo lo que hoy conocemos como Pixar.
La primera idea de Steve para la compañía fue crear hardware potente que se pudiese destinar al desarrollo gráfico. Lo hizo en forma de ordenador. Se llamó el Pixar Image Computer —nombre original donde los haya— y costaba unos machacantes 125.000 euros, que si lo ajustamos a la inflación de hoy, serían unos 350.000. Y luego dicen que el Mac Pro es caro. Solo vendieron 100 unidades, así que decidieron que mejor lo intentaban con algo distinto.
Jobs vendió la división de hardware y concentró todos los esfuerzos de la empresa en la producción de anuncios y de cortos. Seguía perdiendo dinero, y fue el propio Steve el que, con sus recursos, tuvo que mantenerla a flote porque creían en su idea, y pensaba que algún día acabaría funcionando. Y vaya si lo hizo:
"Seguí poniendo más dinero en Pixar, y el único punto brillante eran los cortometrajes de John. Me decía: '¿Me das 300.000 dólares para hacer un corto?' Y yo le decía: 'Vale, hazlo'. Eso era lo único divertido. Todo lo demás no funcionaba".
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En 1991 Disney mostró cierto interés en Toy Story, y se ofrecieron a financiar su lanzamiento. A Steve le interesó la oferta, entró de lleno en las negociaciones y consiguió un acuerdo por el que Pixar recibiría el 12,5% de todo lo que se hiciese en taquilla con el lanzamiento de tres películas de la franquicia.
Jobs se lo jugó todo a una sola carta, y ganó. Decidió que lo mejor era salir a bolsa durante el estreno de la primera película. Si iba bien, el precio de las acciones se dispararía, pero si el estreno resultara ser un desastre, Pixar se iría inevitablemente a la quiebra. Como es evidente, la jugada salió bien. Muy bien. Tanto que pasaron de un día para otro a valer 1.500 millones de euros.
La empresa continuó funcionando hasta que Steve decidió vendérsela a Disney por 2.000 millones en 2002. Tan solo 17 años después de haberla comprado por diez millones. Una vez puede ser suerte, pero dos ya no. Jobs fundó Apple, y cuando le echaron llevó a Pixar a lo que es ahora. Se podrán decir muchas cosas sobre él, pero como empresario era un absoluto genio.
Como decíamos antes, Pixar está ahora de capa caída. Ha perdido la brújula que un día recibió de Steve, y tampoco podemos preguntarle, pero si nos remitimos a los hechos, lo más probable es que ni lo hubiese permitido ni hubiese pasado de seguir él hoy al mando de su estudio de animación.
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