La pesadilla de Marie Kondo: hay gente organizando su vida con cajas de iPhones. Y el resultado queda genial

Cajas ordenadas
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El packaging de los productos de Apple siempre ha destacado por su calidad. Decía Adam Lashinsky en su libro 'Inside Apple' que las cajas son la carta de presentación, la primera toma de contacto y, por tanto, debe prestarse atención de manera exhaustiva a esos primeros momentos donde desarrollaremos nuestra “relación” con el producto.

Pero más allá de sus reglas sobre diseño, la verdad es que las cajas de Apple son robustas, ligeras y destacan por haber sido diseñadas para aprovechar al máximo el espacio. "Fantásticas piezas de almacenamiento y organización", dicen en el blog Organizing Moms. Una solución barata, sencilla y que más gente de la que imaginábamos utiliza para guardarlo casi todo.

Una segunda vida para las cajas de los iPhones

Para agrupar calcetines, para organizar material de escritorio, para tener todos los auriculares bien protegidos, para clasificar bolsitas de distintos tés e infusiones o incluso para guardar distintos productos de maquillaje.

Al parecer, el blanco limpio de las cajas de todos los productos de Apple combina especialmente bien con la mayoría de escritorios grises, marrón o blancos. En su blog, la diseñadora Myrachael cogió decenas de cajas de productos de Apple y durante los días las pintó, pegó y dejó listas para organizar al completo su escritorio. Este es el resultado del antes y el después:

Como

Las cajas más grandes, de MacBooks, iPads y similares, pueden ser fenomenales archivadores. Las más pequeñas, como las del iPhone, repositorios de bolígrafos y etiquetas adhesivas o cajitas de caramelos. Otro ejemplo:

Y juntando unas cajas con otras tenemos como resultado un práctico archivo para clasificar desde material de papelería hasta los elementos más pequeños —y más fáciles de perder— del bricolaje, como son arandelas, tuercas y tornillos, pernos y fusibles. Además, se mantendrán protegidas de la humedad.

No son los únicos ejemplos. Por ejemplo, la autora Irene Seto convierte sus cajas en un organizador de trastos, un kit de costura —¡existe una alternativa a las latas de galletas!— o un sistema de almacenaje de sus productos de belleza para el día a día. El límite, como suele decirse, está en nuestra imaginación.

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