Las siete reglas de oro de Steve Jobs para ser productivo: de la "teoría del no" al arte de simplificarlo todo

Si alguna vez te has preguntado cómo le daba tiempo a todo a Steve Jobs, la respuesta está en estos siete hábitos

Steve Jobs
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Cristian Rus

  • Revisado por:

  • Guille Lomener

Steve Jobs fue una figura compleja. Para unos, un genio. Para otros, una pesadilla en el trabajo. Pero, sea cual sea la opinión, su capacidad de ejecución fue indiscutible. Más allá de su papel como cofundador de Apple o de su influencia en la industria del smartphone tal y como la conocemos hoy, Jobs se enfrentaba al mismo reto que cualquier directivo: el tiempo es finito. Para liderar una de las compañías más grandes del mundo, no bastaba con tener buenas ideas. Necesitaba una productividad y una organización extremas.

Saber exactamente cómo gestionaba su agenda diaria o coordinaba a sus equipos es difícil, ya que siempre fue muy celoso de su privacidad. Sin embargo, a través de sus correos internos, sus entrevistas y los testimonios de quienes trabajaron con él, podemos reconstruir los siete pilares que le permitían mantener el foco en todas y cada una de las decisiones.

1. Buscar lo simple

Apple y simplicidad son conceptos indivisibles. Es un mantra que se ha repetido en la compañía durante décadas. Todos sus productos buscan ofrecer un uso intuitivo y evitar adornos innecesarios: ir a la esencia. Esto es parte de la filosofía que Jobs instauró a fuego en la empresa. En Jony Ive, el legendario diseñador industrial de Apple, Jobs encontró a su alma gemela en esta cruzada por la simplicidad.

Pero simplicidad no es solo estética minimalista. Es eliminar lo superfluo en cualquier aspecto. En una famosa cita de 1997, Jobs explicaba así la productividad en el desarrollo de software:

La forma en que obtienes productividad en programación no es aumentando las líneas de código por programador y día. Eso no funciona. La forma en que obtienes productividad es eliminando las líneas de código que tienes que escribir.

Steve Jobs buscaba la simplicidad en todo, incluso en los muebles de su casa (o la ausencia de ellos). Aplicar esto al trabajo es más difícil de lo que parece, pero ayuda a tener una mente despejada y centrarse en lo vital. El truco está en encontrar la solución que requiera el esfuerzo mínimo, quitando capas de ruido hasta quedarse con lo básico. A partir de ahí, se construye.

Steve Jobs Salon

2. Decir "no" a 1.000 cosas

"No, no y no". Eso era lo que los ingenieros y diseñadores de Apple escuchaban constantemente. Relacionado con el punto anterior, Steve Jobs se aseguraba de rechazar cualquier idea que no fuese excelente. Cuando presentó el iPod original, explicó que estaba tan orgulloso de lo que habían hecho como de lo que no habían hecho. Según él, la innovación reside en decir no a 1.000 cosas para que no te desvíen del camino.

Hay que ir con cuidado si aplicamos esto en nuestro día a día, porque decir "no" puede parecer irrespetuoso si no se hace con tacto. No puedes rechazar una reunión con tu jefe así como así, pero sí puedes proponer alternativas, como enviar un resumen por email. Pensar antes de aceptar, rechazar lo que no aporta valor y ofrecer enfoques alternativos son formas de proteger tu productividad.

3. Delegar tareas correctamente

Si vas a decir "no" a muchas cosas, inevitablemente tendrás que delegar. Jobs lo hizo magistralmente: cada equipo tenía un Responsable Directo (DRI, Directly Responsible Individual) que sabía exactamente cuál era su misión. De este modo, Jobs se quitaba peso de encima y distribuía la responsabilidad en cadena. Tienes más detalles sobre esta metodología en Creative Selection, el libro de Ken Kocienda, creador del teclado del primer iPhone.

La clave es saber delegar bien: asignar la tarea a la persona capaz, con instrucciones claras y expectativas definidas. No se trata de "pasar el marrón", sino de confiar en el equipo adecuado.

Companeros Steve Jobs

4. Vivir pensando en el futuro

Para Steve Jobs, había que tomar decisiones hoy pensando en su impacto dentro de cinco años. Cuando presentó el iPhone, dijo que "cambiaría el mundo". Para hacer semejante afirmación, tienes que haber diseñado el producto con esa certeza. Si hubieran pensado solo en el mercado de 2007, habríamos tenido un iPhone con teclado físico de plástico. El iPhone se proyectó pensando en cómo debería ser el dispositivo del futuro.

Hoy vemos algo similar con la apuesta de Apple por la computación espacial: productos que nacen limitados por la tecnología actual, pero con la vista puesta en la próxima década. Vivir pensando en el futuro no es fácil. Requiere entender las limitaciones del presente y tener la valentía de apostar por lo que vendrá, no por lo que ya funciona.

Steve Jobs iPhone

5. Centrarse en lo que importa

Volvemos a la simplicidad con una anécdota histórica. Cuando Steve Jobs regresó a Apple en 1997, la empresa se hundía. ¿La razón? Tenían decenas de productos mediocres. Jobs cortó por lo sano: eliminó el 70 % del catálogo y centró toda la compañía en solo cuatro productos. Un cuadrante: Consumo y Profesional. Portátil y Escritorio. Nada más.

Steve Jobs Cuadrante

6. Pensar diferente

Think Different. No fue solo un eslogan publicitario, fue una filosofía de vida. El famoso anuncio lo dejaba claro: los que están lo suficientemente locos como para pensar que pueden cambiar el mundo son los que lo hacen.

Extrapolando esto a nuestra rutina, "pensar diferente" es recuperar la creatividad que teníamos de niños antes de que el entorno nos moldeara. A menudo se le llama "pensar fuera de la caja". Si logras salir de tu zona de confort y cuestionar por qué las cosas se hacen de cierta manera ("siempre se ha hecho así"), encontrarás atajos de productividad que nadie más ve.

7. Buscar y hacer lo que amas

Finalmente, el consejo más repetido y el más difícil de seguir. A Steve Jobs no le apasionaban los ordenadores per se. Le apasionaba crear herramientas que mezclaran tecnología y artes liberales.

El éxito de Apple no llegó porque Steve adivinara el futuro con una bola de cristal, sino porque insistió en crear productos que él mismo amaría usar. Si no hubiera amado lo que hacía, no habría obsesión por los detalles, ni tipografías bonitas en el Mac, ni materiales premium.

La idea es buscar un trabajo que aporte valor a tu vida. Suena a tópico, y sabemos que no siempre es posible trabajar de lo que nos apasiona. Pero la productividad real nace de la motivación intrínseca: cuando disfrutas lo que haces, el "trabajo" deja de ser una carga y te vuelves, inevitablemente, más eficiente.

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