Puede que el iPod haya muerto. Pero su espíritu sigue viviendo en todos nosotros

Puede que el iPod haya muerto. Pero su espíritu sigue viviendo en todos nosotros

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Cuando Steve Jobs anunció el iPod en 2001 justificó el movimiento con muchos detalles en su presentación. Mostró todas las apuestas de la competencia en forma de reproductores de discos ópticos y de disco, señalando que abultaban o pesaban demasiado y que su experiencia de uso era pésima. El iPod llegó para ser una alternativa compacta, sencilla y capaz de guardar "1.000 canciones en nuestro bolsillo".

Puede parecer ridículo ahora, pero hace 20 años era una barbaridad. Y ahora que el iPod se va, Apple puede demostrar que sus intenciones iniciales siguen más vivas que nunca: seguimos buscando modos de reproducir la máxima cantidad de canciones posibles de la forma más sencilla posible y en dispositivos lo más compactos posible.

De elegir a que se elija solo, del reproductor al reloj conectado

Primero está la faceta de conseguir la música que queremos escuchar. El iPod apareció dos años antes que la iTunes Store, y por lo tanto almacenar canciones en él dependía enteramente de que hiciéramos el gesto de digitalizar nuestros CD de música e importar las canciones en formato MP3 o AAC. De ahí lo sincronizábamos al iPod, y listo (hasta Steve Jobs lo hizo con los primeros iPod para la prensa). Era eso o descargar los MP3 de forma no oficial, y de ahí a que en el envoltorio del iPod siempre figurara el mensaje: "no robes música".

Así que pasamos de digitalizar nuestros CD a poder comprar música online, desde la iTunes Store. Y de ahí a Apple Music en 2015, que nos invitaba a dejar de coleccionar canciones y simplemente suscribirnos a todo el catálogo musical de Apple. Escuchar lo que habíamos comprado a dejar que los algoritmos de un servicio nos hagan descubrir nuevos artistas y canciones. A cambio de una cuota mensual, ahora podemos olvidarnos de todo lo que implica organizar nuestra música favorita y limitar a pedirle a Siri que reproduzca lo que queramos.

La mejor forma de acceder a una lista de canciones en 2001 era la clickwheel. En 2022 es Siri

Y es Siri la que protagoniza ahora esa experiencia de usuario de mínima interacción. Los HomePod mini pueden reaccionar a nuestras órdenes en aquellas habitaciones donde haya uno cerca. Y si buscamos una experiencia similar a lo que teníamos con el iPod, tenemos la aplicación Música en nuestros iPhone. La interfaz ha cambiado y nos puede gustar más o menos, pero la esencia de esa interfaz sigue teniendo pequeños guiños a lo que era antes el firmware de los iPod.

Pero aunque el iPhone sea donde más podemos recordar cómo usábamos los iPod, también hay que tener en cuenta el Apple Watch. Combinando ese reloj con los AirPods obtenemos una experiencia de uso que cumple muy bien con lo que buscaba Apple: la máxima cantidad de canciones posibles en un dispositivo lo más pequeño posible. Y eso se cumple a la perfección.

El futuro: es difícil reducir los esfuerzos, pero no es imposible

¿Y después, qué viene? Cuesta pensar en modos de mejorar esta experiencia. Que ahora sólo necesites un Apple Watch conectado y unos auriculares inalámbricos ya es un avance enorme respecto al iPod original de hace dos décadas.

Quizás podríamos pensar en unos AirPods inteligentes con conexión a internet que sean capaces de gestionar Apple Music por sí solos, mediante toques de nuestros dedos u órdenes de Siri. Aunque siempre habrá usuarios que busquen una interfaz gráfica, visual, para poder elegir con más comodidad lo que quieren reproducir. Dependerá de a qué nos acostumbremos.

Venga lo que venga, parece que estará regido por un modelo de suscripción y dispositivos cada vez más discretos. La mejor tecnología es aquella que hace su trabajo mientras pasa desapercibida, al fin y al cabo. Pero siempre habrá ese rastro del iPod como recuerdo, siempre tendremos uno u otro vestigio delo que era escuchar nuestras canciones favoritas hace veinte años.

Imagen | Cartoons plural

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