Fue el Mac más oscuro y potente de su época, pero duró un suspiro. Ocho años después, los rumores sobre su resurrección cobran sentido

Si pensamos en el catálogo de Apple de la última década, hay una máquina que destaca por su aura de misterio y fuerza bruta: el iMac Pro. Aterrizó en diciembre de 2017 como una respuesta de emergencia, casi un "mea culpa" de Cupertino ante un sector profesional que miraba con desconfianza el caso del Mac Pro "papelera". Aquel ordenador no solo fue el primer todo en uno en vestirse de gris espacial. Fue una bestia térmica que empaquetó procesadores Intel Xeon de hasta 18 núcleos en un chasis imposiblemente delgado. Fue un producto hijo de su tiempo, diseñado para cubrir un hueco crítico mientras se gestaba el Mac Pro modular de 2019.

Sin embargo, la historia de esta "rareza" puede no haber terminado con su descatalogación en 2021. Justo cuando parecía que Apple había apostado todo a la carta del Mac Studio para los usuarios avanzados, el código interno de la compañía ha empezado a hablar. Unas filtraciones recientes en los kits de depuración del kernel apuntan a un identificador desconocido, J833c, asociado a un chip que todavía no existe en el mercado: el M5 Max. Y todo indica que el concepto del todo en uno profesional está a punto de recibir una segunda oportunidad.

Un "parche" de lujo que enamoró a los amantes del diseño

Para entender por qué el iMac Pro sigue levantando pasiones, hay que recordar el desierto que atravesaba el usuario pro hace ocho años. Apple necesitaba dar un golpe sobre la mesa para demostrar que no se había olvidado de la gama alta, y la solución fue inyectar esteroides a su diseño más icónico.

El resultado fue una máquina que partía de los 5.499 euros y que no se guardaba nada: procesadores Intel Xeon de hasta 18 núcleos, un techo de 256 GB de RAM y gráficos Radeon Vega, todo coronado por una pantalla 5K que sigue siendo un estándar de calidad difícil de batir.

Pero meter esa potencia de servidor en una carcasa tan delgada tenía un precio más allá del dinero. El iMac Pro operaba al límite de la termodinámica: aunque Apple rediseñó el sistema de refrigeración con doble ventilador, la máquina se calentaba y, bajo carga pesada, el silencio característico del Mac desaparecía.

Es por esto, junto a su naturaleza de "solución temporal", lo que condenó su longevidad. Al ser un equipo sellado, los usuarios quedaban atrapados con la pantalla de 27 pulgadas y sin posibilidades reales de actualizar componentes internos sin pasar por un quirófano técnico. Cuando el Mac Pro de 2019 llegó al mercado ofreciendo modularidad, el iMac Pro perdió su razón de ser técnica. La revolución de Apple Silicon tampoco ayudó, por lo que desapareció del catálogo en marzo de 2021, dejando tras de sí un legado de diseño y la sensación de que Apple podía hacer un todo en uno extremo si se lo proponía.

El código no miente: J833c y el chip M5 Max

Durante años, analistas como Mark Gurman o Ming-Chi Kuo han insistido en que Apple trabaja en un iMac de pantalla grande, posiblemente de 30 o 32 pulgadas. Esos rumores solían caer en saco roto o confundirse con la Studio Display, pero la información que manejamos estos días cambia el escenario. Los archivos de ingeniería filtrados hacen referencia a la plataforma "H17C", asociada internamente al nombre en clave "Sotra C". Traduciendo la jerga de desarrollo a nuestro idioma, estamos ante las primeras huellas del chip M5 Max.

Actualmente, existe un abismo entre el iMac de 24 pulgadas con chip M4 (orientado al consumo general) y el conjunto de Mac Studio más pantalla. Hay un perfil de usuario, el mismo que compró aquel iMac Pro de 2017, que prefiere tenerlo todo integrado en un solo cable, con la limpieza visual que eso conlleva, pero que necesita más potencia de la que ofrece el modelo base.

Concepto de iMac Pro M5

El eslabón perdido del escritorio Mac

Si esta máquina con M5 Max llega finalmente al mercado, recuperaría ese terreno medio-alto para editores de vídeo, desarrolladores y músicos que echan de menos las 27 pulgadas o más. Porque seamos honestos: aunque la combinación de Mac Studio y Studio Display es fantástica, para muchos usuarios (entre los que me incluyo) montar un escritorio de Apple no debería sentirse como armar un LEGO.

Actualmente trabajo con un MacBook Pro conectado a una Studio Display porque el iMac de 24 pulgadas se me queda corto en potencia, pero es una solución de compromiso. La verdadera esencia de Apple, ese ADN que Steve Jobs grabó a fuego en la compañía, siempre ha sido la simplicidad: un solo cable, un solo objeto, toda la potencia.

Aunque siempre cabe la posibilidad de que este dispositivo J833c sea solo una unidad de pruebas interna para testear el M5 Max, la persistencia de los rumores y lo específico del código invitan al optimismo. El iMac Pro original nació para cubrir una necesidad urgente ante la falta de opciones. Su sucesor podría nacer por el simple hecho de que, gracias a la eficiencia térmica de los chips de Apple, por fin es posible crear el ordenador perfecto que soñaron en 2017 sin que se derrita por dentro.

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