Análisis MacBook Pro (2016), una reinvención firme

Análisis MacBook Pro (2016), una reinvención firme

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Análisis MacBook Pro (2016), una reinvención firme

Paul Otellini aparecía ante un entregado público en aquella keynote de la MacWorld en Enero de 2006. Se reunió con Steve Jobs en el centro del escenario y, mientras le entregaba de forma simbólica una oblea de silicio llena de microprocesadores, pronunció “Intel está preparada”. El responsable máximo de Apple le devolvió la sonrisa con palabras similares “Apple está preparada también”. Así se inauguraba la era de los procesadores Intel para Apple y comenzaba una transición que se materializaría en dos productos aquel día: un nuevo iMac y, después de un mítico “One more thing” y su correspondiente sonado aplauso, la presentación al mundo del primer MacBook Pro.

Símbolo para muchos del cambio incluso en el nombre: su predecesor PowerBook G4 fue renombrado eliminando todo rastro de “Power” en favor “Mac”, y en este primer esperado portátil había depositadas muchas esperanzas - no en vano fue imposible conseguir utilizar un G5 en el PowerBook por su alto consumo energético - y fueron cumplidas con creces cuando Jobs enumeraba toda la tecnología que presentaba este nuevo modelo.

Hablar de un MacBook Pro siempre es hablar de un paso adelante, de la capacidad de innovación de la compañía y de cómo esta innovaciones evolucionan con el tiempo y la experiencia en un mundo en el que constantemente hay que ser mejor, y no necesariamente siempre de la forma tradicional. En los años que nos separan de aquel 2006 han pasado muchas cosas que han cambiado el mundo de la tecnología, una de las más importantes fue sin duda fue el lanzamiento del iPhone y la aparición de una nueva generación de dispositivos - y usuarios - que empujaron a la marca a pensar diferente. Este nuevo MacBook Pro es buena prueba de la visión y los retos que se han abordado.

Un vistazo a…
¿QUÉ ORDENADOR ME COMPRO Macbook Pro, Macbook Air, iMac o iPad Los Tutoriales de Applesfera

Un diseño imparable

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El avance la tecnología nos hace olvidarnos que existe. Esa es la auténtica magia de este mundillo y uno de los mejores indicadores de evolución. El problema de esto no ser consciente del esfuerzo de ingeniería necesario para conseguirlo, y ver estos rasgos de simplificación como algo sencillo o trivial. El nuevo MacBook Pro es un claro este avance indiscutible, fruto sin duda de la experiencia de Apple en el desarrollo de dispositivos cada vez más miniaturizados en los últimos años y donde el espacio es una premisa importante a considerar.

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El diseño de este nuevo portátil lleva al límite todo lo que hemos conocido en modelos anteriores, y continúa la línea evolutiva que bien pudimos disfrutar en el vídeo de presentación de la última keynote. El cuerpo construido completamente en aluminio - incluso la bisagra que cierra la pantalla - aporta una gran consistencia visual a la vez que lo convierte en más resistente. Es importante conseguir esta cohesión entre estructura y diseño debido también a su delgadez: sólo 1,49 cm de alto, y un peso de 1,37 kg para los modelos de 13 pulgadas, y 1,55 cm de alto y 1,83 kg de peso en los de 15 pulgadas.

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Un factor importante es que la envergadura se reduce: el modelo de 13 pulgadas ocupa menos espacio que un MacBook Air con el mismo tamaño de pantalla (es un 12% más delgado) y pesa exactamente lo mismo. Es decir, en un portátil con menos carcasa que el MacBook Air, tendremos todo un MacBook Pro con todas las novedades y potencia que aporta. Es sin duda uno de los mejores legados del Air, esa fantástica locura que inició Apple en 2008 - en la que pocos creían, por cierto - y cuyos avances se están diluyendo entre toda la gama MacBook como una retroalimentación interna para llevar estos productos hacia una nueva generación.

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Arriba, MacBook Air de 2011. Abajo, MacBook Pro 13 pulgadas de 2016

Apple reduce de forma importante la envergadura del nuevo MacBook Pro, incluso comparándolo con el MacBook Air

Para conseguir este aspecto tan liviano, Apple ha tenido que repensar todo el interior - y no es un trabajo fácil. Ello implica rediseñado el sistema de refrigeración y los ventiladores internos, la placa base y conseguir que todo el conjunto sea energéticamente eficiente. En los lados izquierdo y derecho de la base, ahora contamos con dos generosas aperturas para expulsar el calor en el caso de que sea necesario. Sólo cuando la exigencia de potencia es alta - sobre todo con juegos o aplicaciones que hagan uso intensivo de potencia - se activarán dichos ventiladores. En el día a día, y aún utilizando diversas aplicaciones simultáneamente como VMware, Office, Lightroom o incluso Final Cut Pro, difícilmente los oiremos - este nuevo MacBook Pro es absolutamente silencioso.

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El nuevo diseño también es más compacto, más resistente: aguantará vuestros viajes y el ritmo que le impongáis

El aspecto del nuevo portátil es imponente, sobre todo en el nuevo color Gris Espacial que por primera vez está disponible en la gama. A pesar de que la delgadez de la pantalla ya no nos puede ofrecer esta manzana iluminada tan característica de generaciones anteriores, el diseño del MacBook Pro llama la atención por lo contenido y también por lo resistente que es. En mis pruebas, incluso viajando y moviendo cada día el portátil en entre casa, oficina, aeropuertos, etc… la apariencia no muestra marcas ni signos de desgaste, aunque lo llevemos sin funda. Cada detalle que la compañía ha utilizado en este modelo para el diseño ha sido elevado al límite, como el teclado, el trackpad o los altavoces, lo que sirve también sin duda a reforzar su apellido Pro. En mi opinión, este es posiblemente uno de los portátiles más espectaculares que ha fabricado nunca Apple, logrando un equilibrio casi perfecto entre potencia, tamaño y ligereza.

Modelos de análisis

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Para esta generación, Apple lanza en el mercado español tres modelos de entrada para la pantalla de 13, 1.699€ (sin TouchBar), 1.999€ (con TouchBar, mejor procesador, mejor gráfica y cuatro puertos Thunderbolt 3) y 2.199€ (con todo lo anterior pero el doble de disco duro, 512GB SSD PCIe). En 15 pulgadas los precios empiezan en 2.699€ (TouchBar, cuatro puertos Thunderbolt 3, mejor procesador, más RAM y tarjeta gráfica dedicada), contando también con un modelo superior por 3.199€ que duplica el disco duro.

En este análisis, he podido probar ambos modelos, de 13 y 15 pulgadas, que cuentan con las siguientes especificaciones técnicas:

Modelo de 13 pulgadas

Modelo de 15 pulgadas

Procesador

3,3 GHz Intel Core i7

2,7 Ghz Intel Core i7

Memoria

16 GB de memoria LPDDR3 integrada a 2.133 MHz

16 GB de memoria LPDDR3 integrada a 2.133 MHz

Capacidad

SSD PCIe integrado de 512 GB

SSD PCIe integrado de 512 GB

Gráficos

Intel Iris Graphics 550 1536 MB

Intel HD Graphics 530 1536 MB + Radeon Pro 455 con 2 GB de memoria GDDR5

Apple potencia en esta generación ocho puntos clave, más que en ningún modelo anterior

Los precios, más altos que en generaciones anteriores, pueden tener su justificación en los ocho puntos clave que mejoran los modelos de este año (más allá de un simple cambio de arquitectura): un nuevo diseño - y todos los cambios internos que ello conlleva, la Touch Bar y Touch ID integrados en el teclado, una nueva generación de pantalla Retina para portátiles, un nuevo sistema de altavoces, rediseño completo del teclado - ahora cuenta con un mecanismo mejorado del “mariposa” que pudimos probar con el MacBook, un nuevo trackpad Force Touch - el mayor que se ha diseñado jamás, una mejora en la potencia que viene sobre todo empujada por el uso de discos SSD de última generación, y la inclusión de 4 puertos Thunderbolt 3 que cuentan con velocidades de 40 Gbps cada uno. Veamos al detalle cada una de las novedades, y como es utilizarlo en el día a día.

Touch Bar: la experiencia táctil por fin en un Mac

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Fue desde la aparición del iPhone en 2007 y la aparición de las pantallas multitáctiles, cuando el usuario se preguntó por qué no llevar eso a los Macs. Incluso en la antesala de la llegada del iPad, la gente imaginaba una tablet con Mac OS X, combinando los mundos de escritorio y táctil en un sólo dispositivo. Es algo que nunca ocurrirá: Apple opina - en mi opinión acertadamente - que una buena experiencia táctil necesita de un sistema operativo pensado para ello. Por eso, iOS y macOS - por el momento - nunca convergerán en uno solo, vienen de direcciones distintas y van hacia destinos distintos. Sin embargo, ambos pueden aprender el uno del otro: y eso es exactamente el sustrato con el que sin duda nació la Touch Bar.

Phil Schiller hablaba sobre ello en una interesante entrevista concedida a Independent hace unas semanas, sobre añadir una pantalla táctil en los Macs: “Créeme, lo hemos probado, y no funciona”. Sin embargo, el equipo de investigación de Apple propuso una nueva solución: una pantalla acoplada al teclado, interactiva y multitáctil, sustituyendo la fila de las teclas de función y que pudiera convertirse en una interfaz secundaria para el sistema operativo y las aplicaciones. Como una “conversión táctil” del software que no ha sido diseñado como tal, pero puede personalizar su experiencia de esta forma.

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Las especificaciones técnicas nos dicen que la Touch Bar es una pantalla retina OLED con capacidades multitáctiles y ángulo de visión de 45º, una resolución de 2170 x 60 píxeles y capaz de mostrar millones de colores. Está diseñada para adaptarse dinámicamente a la aplicación o a la zona del sistema operativo en la que estemos trabajando, mostrándonos atajos de teclado, acciones o eventos propios de lo que tengamos en primer plano. Todas las aplicaciones nativas de macOS y el propio sistema operativo ya cuentan con soporte para ella, y podremos por ejemplo etiquetar archivos, trasladar correos a carpetas o compartir cualquier documento directamente pulsando en la nueva barra.

La Touch Bar lleva la idea del mundo táctil a los portátiles, sin alterar el concepto principal del sistema operativo

Cuesta no pensar en las palabras de Jobs en la presentación del primer iPhone, cuando hablaba sobre la incapacidad de los “smartphones” de la época para adaptarse a las aplicaciones, algo que el iPhone consiguió superar - y convencer, y eso que durante los primeros meses tuvo muy difícil - utilizando una pantalla táctil. Sin embargo, la forma clásica de un portátil es algo que inherentemente es parte de su concepto y cambiarlo daría lugar a algo distinto. Eso sin hablar de que macOS no es un sistema pensado para ser utilizado así, lo que penalizaría mucho la experiencia de usuario. Sin embargo, la idea de esta tira multitáctil acerca muy bien ambos mundos: por un lado, aporta interactividad y dinamismo a las aplicaciones de Mac, pero además lo hace manteniendo los pilares básicos del concepto de portátil… sin sacar las manos del teclado.

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Destaca su gran capacidad de adaptación y su velocidad de respuesta, no existiendo retrasos o cuelgues en su uso: pasar el dedo por ella para recorrer una panorámica de todas nuestras fotos, o avanzar el punto del vídeo que estamos viendo, es inmediato. Como parte del ADN de Apple, se ha construido de forma que casi nos parezca una idea fácil, como si fuera natural usarla de esta forma: pero la tecnología no es en absoluto trivial y está absolutamente pensada al milímetro. La compañía utiliza un nuevo chip T1, que mediante su propio procesador ARMv7 gestiona todas las peticiones que llegan desde el chip Intel principal a través de macOS Sierra. Posee tu propia GPU para mostrar los gráficos con independencia del resto del sistema, y está controlado por partes del sistema operativo que recuerdan mucho a watchOS. Este Apple T1 también es el encargado de la gestión del Secure Enclave - la “caja fuerte” del Touch ID - e incluso protege en esta generación el uso de la cámara frontal ante ataques de malware o similares.

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Su uso en el día a día se basa en ser intuitiva y cómoda: cuando escribimos un texto, por ejemplo, nos aparecen en la Touch Bar recomendaciones de escritura que podemos pulsar en ese instante - de una forma muy similar a cómo funciona el teclado en iOS - y como sucede con todas las interacciones naturales, nos habituamos pronto a utilizarlo. El resto de accesos rápidos del sistema son útiles porque te ponen en contexto, te ofrecen acciones que puedes hacer y aportan un grado más de posibilidades que quizás no conocíamos. Aquí es donde reside la principal fortaleza de la Touch Bar y pero también la base de que a muchos - aún - no les parezca útil.

La nueva barra de Apple se basa en la idea del aprendizaje contextual: esto quiere decir que a los usuarios avanzados que ya dominan atajos de teclado o conocen a fondo las aplicaciones del sistema - las primeras que utilizan la Touch Bar - puede parecerles superflua la idea. Sin embargo, para aplicaciones que no conocemos, que utilizamos pero aún no exprimimos al 100% o para encontrar nuevas formas de uso, puede ser una idea fantástica. Todavía contamos con un soporte limitado por parte de los desarrolladores (apenas cuenta con poco más de un mes de vida), pero las primeras ideas más allá de las de Apple, son fantásticas. Sólo hay que ver lo que ofrece 1password para entender las posibilidades:

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Los usos que más he utilizado han sido los favoritos de Safari, el menú compartir del Finder, el diccionario predictivo cuando escribimos texto - incluso aunque la aplicación no esté preparada, aparece gestionado por el sistema operativo - y los diferentes atajos para etiquetar correo y clasificarlos en Mail. La guía de estilo de la compañía para utilizar la Touch Bar también nos acerca más al concepto que han creado:

  • Una zona izquierda para botones del sistema: ESC, Cancelar o Hecho
  • La zona para las aplicaciones, de 1370 píxeles de ancho mínimo
  • Una zona derecha para la tira de control con las opciones por defecto (contraídas o ampliadas mediante la pulsación del botón táctil “\<“)
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Como veis la famosa tecla ESC siempre está presente, y con el uso diario no es problema utilizarla desde la Touch Bar. Personalmente, me gustaba más obtener un feedback “real” de una tecla física para esta función, ya que cuando la necesitas es porque quieres cancelar o detener algo inmediatamente y - al menos a mi - me gusta más saber que he pulsado algo. Para el resto de usos, me parece magnífica la gran capacidad de personalización tanto desde el sistema operativo como desde las aplicaciones - mención especial a Safari, utilísimo disponer de nuestras teclas favoritas aquí - y hay usos de aplicaciones de terceros también interesantes. Touch Launcher es una idea básica bien implementada, que podemos encontrar en la Mac App Store como un “dock” desde el que lanzar nuestras aplicaciones instaladas:

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El futuro de la Touch Bar pasa por la experimentación. Estoy seguro que el WWDC17 será un momento fantástico para ver que es lo que los desarrolladores han inventado para ella, y como la propia Apple saca partido en el próximo macOS. A día de hoy ya hay una sección dedicada en la Mac App Store para las aplicaciones compatibles con la Touch Bar, como djay Pro, Pixelmator, 1Password u OmniGraffle. Ya han anunciado soporte para ella algunas de la talla de Photoshop, Microsoft Office, Outlook, Skype, Affinity Designer, Affinity Photo, Da Vinci Resolve, Sketch, Day One, Coda, OmniPlan, Omni Focus, OmniOutliner, Blogo o Live Home 3D versión 3.1. En muchas de ellas, la Touch Bar funcionará como una pantalla secundaria mientras hacemos acciones a pantalla completa en la principal, como mostrar controles de edición de fotografía o fórmulas en Photoshop o Excel.

La Touch Bar está excelentemente integrada dentro del teclado, incluso la iluminación de la misma es consistente con el grado de iluminación del teclado, para conseguir una consistencia visual y no dar la apariencia de “pantalla brillante” entre las teclas. A simple vista, y cuando visualizamos teclas virtuales en blanco y negro, puede incluso confundirse con un teclado tradicional. Evidentemente, al mostrar los emojis, botones de colores o barras de navegación en Fotos o Final Cut Pro, la impresión cambia aunque sigue sin parecer algo tan artificial como una pantalla, manteniendo incluso entonces la consistencia visual.

Touch ID escapa de iOS para venirse a macOS

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Los métodos de autenticación van a ser importantes no sólo por la seguridad que aportan, también por la comodidad que permite su uso. Desde que tenemos Touch ID, nos hemos olvidado de acordarnos de nuestra contraseña numérica en nuestros iPhone y iPad, pero seguimos teniendo la misma seguridad en ellos. En el Mac, la llegada de Touch ID mejora la interacción con la introducción de la contraseña del administrador, por ejemplo, cuando el sistema operativo necesita un permiso especial. Sólo por esto, ya nos mejora - y mucho - nuestro día a día. Y eso sin hablar de la facilidad de poner la huella para por ejemplo entrar en nuestro Mac sin utilizar ninguna tecla.

Apple también ha puesto a disposición de los desarrolladores las API para poder integrar Touch ID dentro de las aplicaciones, lo que nos acelera el uso cuando necesitamos autorizar algo dentro de ellas. De nuevo, un caso práctico y útil es 1password, para el que no tendremos que recordar la contraseña maestra cuando queramos utilizarlo. Integrado con el sistema me ha gustado mucho como funciona en Notas: podemos bloquear cualquier de ellas mediante una contraseña privada y Touch ID. Simplemente tendremos que pasar el ratón por encima de la nota bloqueada para que la Touch Bar nos avise que podemos acceder a su contenido utilizando nuestra huella dactilar.

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No podemos olvidar Apple Pay: el sistema de pagos on-line de Apple que recientemente ha aterrizado - por fin - en nuestro país, y que podremos utilizar desde el nuevo MacBook Pro gracias al lector Touch ID integrado. Para poder utilizarlo, primero deberemos añadir una tarjeta de pago al Wallet del Mac (desde la opción de Preferencias). Una vez que tengamos activo el método de pago, ya podremos utilizarlo para pagar en cualquier web adherida al sistema.

Para probarlo, realicé una transacción en comprea.es: la web detectó inmediatamente que mi método de pago estaba activo en el Wallet del Mac y me mostró el proceso de verificación. En ese instante, la TouchBar avisa de que puedo utilizar Touch ID para terminar el pago mediante Apple Pay. El proceso es sencillísimo, y hace que las transacciones por Internet sean más cómodas y seguras.

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El botón físico es prácticamente una continuación de la Touch Bar y a primer vista puede parecer parte de ella, pero está separado por unos milímetros. Esto permite pulsar físicamente este botón para forzar el apagado del Mac o el encendido… aunque realmente no es necesario en estos modelos: el Mac se enciende nada más abrir la tapa del portátil. El botón en si mismo está construido en zafiro y tallado mediante láser para encajarlo al milímetro, dándonos esta sensación de continuidad con la barra.

La espectacular nueva pantalla Retina display

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Uno de los grandes cambios en esta generación es la pantalla. Apple ha dotado a sus portátiles, por primera vez en su historia, con una pantalla extraordinaria como la que podemos encontrar en los iMac 5K o iPhone 7. El gran secreto de esta nueva dimensión es el espacio de color P3 - el mismo que utiliza la industria cinematográfica en Hollywood - permitiendo un 25% más de colores que el espacio de color tradicional. Particularmente notable en los rojos y azules, es apreciable la diferencia incluso con el MacBook Pro con pantalla Retina de 2015.

También importante el nuevo nivel de brillo de la pantalla: llega hasta los 500 nits - la medida de medición estándar de luminosidad de un panel digital - casi 67% más brillante que la anterior generación del MacBook Pro. Y además cuenta con un contraste mejorado, que permite representar unos negros más intensos, contando también con una mejora del 67% de contraste con respecto al modelo de 2015.

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En directo, la pantalla impresiona desde el primer momento que se abre: la mejora en el contraste y en los colores es realmente apreciable y se agradece para los que pasamos muchas horas delante del Mac. Los profesionales de fotografía o edición de vídeo estarán encantados con esta pantalla por la fidelidad y calidad de la representación en pantalla. Apple también ha conseguido que gracias al refresco variable, este nuevo panel tenga un contenido consumo energético, un 30% más eficiente que la generación anterior. En definitiva, ninguna pega para la gran joya de este MacBook Pro, que hará mucho más agradables los ratos que pasemos trabajando o jugando ante ella.

El sonido por fin es importante en un Mac

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Y eso es porque Apple ha querido darle la importancia que se merece. Rediseñado desde la base, el nuevo subsistema de sonido ha sido creado para elevar esta característica en los nuevos MacBook Pro, posicionando cada altavoz de forma precisa para evitar al máximo las distorsiones. Para mejorar el sonido, los woofers lanzan el sonido a través de las aperturas de ventilación laterales, mientras que los tweeters transmiten el sonido a través de las micro perforaciones en el lateral del teclado.

Cuando analicé el iPad Pro original, me impresionó la calidad del sonido que habían sido capaces de conseguir con una carcasa tan delgada y limitada físicamente. Sin duda, Apple ha aprendido mucho de la experiencia de miniaturización de esos dispositivos y ahora ha sido capaz de trasladarlo a los portátiles. La experiencia en los MacBook Pro es muy similar que la de aquel iPad Pro: un sonido potentísimo - mucho más de lo que estamos acostumbrados a escuchar en un portátil - con agudos muy marcados y definidos y unos bajos potentes y sonoros (aunque no alcancen al 100% el fabuloso nivel del iPad Pro, en mi opinión, sí se aproximan bastante y es una mejora espectacular).

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Según Apple la mejora en potencia se debe a la conexión directa de los altavoces al sistema de energía. Contar con una mejora tan notable en la calidad de sonido de un portátil como éste, es perfecto para profesionales del sonido, del vídeo o para cualquiera de nosotros que le guste ver si serie o película preferida - o jugar a su juego favorito - con buena inmersión sonora. Como os contaré más adelante, para este análisis he probado un par de juegos que me impresionaron sonoramente por su capacidad de envolverte a nivel sonoro, destacando sobre todo Bioshock Infinite, todo un placer disfrutarlo también a ese nivel en términos de sonido.

El nuevo teclado y trackpad Force Touch, para el resto de nosotros

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El teclado es algo muy personal. No hay razones objetivas ni unidades de medición que sean capaces de representar científicamente que un teclado es mejor que otro, más allá de los materiales de construcción o la calidad de los mecanismos que articulan. En el caso de Apple, han desarrollado su propio mecanismo de suspensión de teclas, y en estos modelos contamos con su segunda generación: cada tecla es más estable en toda su superficie - que además es mayor que en anteriores teclados - consiguiendo más estabilidad cuando pulsamos cada una de ellas. Apple también ha mejorado la respuesta física bajo nuestros dedos, por lo que, a pesar de ser teclas con un perfil muy bajo, notamos cierto recorrido en ellas.

Aunque al principio puede sorprender su uso, el nuevo teclado acabará por conquistarnos por su estabilidad y comodidad, sobre todo si estamos acostumbrados a las teclas de perfil bajo

Cada tecla está retroiluminada independientemente por luces LED de bajo consumo, sin dar lugar a zonas opacas o con sombras como teclados anteriores con iluminación general. El uso del teclado en un primer momento sorprende por su bajo perfil, sobre todo si estamos acostumbrados a teclados con mayor recorrido o incluso a teclados mecánicos: la sensación es completamente distinta. Después de utilizarlo durante unos días, los dedos encuentran más comodidad en un teclado que evita que levantemos mucho las manos y con el que evitamos pulsaciones accidentales a pesar de que cada tecla tiene más envergadura - pero que es más estable. Desde que tengo este MacBook Pro, me cuesta volver a otros teclados - sin ir más lejos, al propio Magic Keyboard de Apple para escritorio - aunque siempre he preferido teclados con estos perfiles tan cortos. Es comprensible que alguien que venga de teclados mecánicos o prefiera teclas con más recorrido, tarde en acostumbrarse. En cualquier caso, es una mejora importante respecto a los teclados que montaban los MacBook Pro de generaciones anteriores.

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El trackpad Force Touch no necesita presentación: es el mismo que conocimos con el MacBook Pro de 2015, el que también incluye el MacBook actual y que cuenta con motor háptico para lograr simular respuesta física de movimiento en cualquier punto de su superficie. Superficie que, como ya sabréis, se ha incrementado y mucho en estos modelos. En el MacBook Pro de 15 pulgadas cabe perfectamente un iPhone 7 Plus dentro de él, y el modelo de 13 cuenta con uno un 46% más grande que los que traía el modelo predecesor.

El trackpad Force Touch y su nueva superficie cautivarán incluso a aquellos que no suelen utilizarlos a menudo

A pesar de ser más grande, los toques ocasionales están controlados por el sistema operativo, evitando perder el foco de lo que escribimos. En estos momentos llevo escritas más de 4000 palabras para este artículo y no he tenido ningún problema al tocar por error este enorme trackpad, así como tampoco me ha ocurrido en los días anteriores de uso. Sin embargo, contar con un trackpad más grande nos aporta mucha más libertad de movimiento, de “tocar” la pantalla en cierta forma sin que se nos acabe el recorrido por la superficie. La pulsación es completamente uniforme gracias al Taptic Engine de punta a punta, da igual donde pulsemos. Además tiene dos niveles de presión distintas para acceder a distintas funciones del sistema dependiendo de la profundidad del toque, mejorando enormemente el uso incluso cuando tenemos el portátil en las rodillas o en un avión. Encantará a los fanáticos de los trackpads y probablemente atraerá a más de un usuario ocasional del mismo. Yo os confieso que he comenzado a utilizarlo más que nunca, y eso que habitualmente prefiero la comodidad de un ratón para el trabajo diario.

La potencia: CPU y GPU

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Uno de los aspectos más criticados de los nuevos MacBook Pro fueron la no inclusión de la última generación de Intel, Kaby Lake, montando los conocidos - y muy potentes, por cierto - últimos SkyLake que hay disponibles. En realidad, no se trata de una decisión de Apple, sino de que Intel no va a tener preparados los procesadores que necesitaría para un MacBook Pro hasta comienzos de 2017. ¿Es posible que ya hayamos visto algunos portátiles con Kaby Lake? Sí, Acer y Dell ya tienen modelos, pero no son los procesadores Quad Core para sistemas de gama alta, sino una versión específica para Thin Laptops, portátiles ultrafinos tipo MacBook (aunque el modelo de Apple fue lanzado antes de su aparición).

La gran pregunta que hay que hacerse aquí es: ¿es Kaby Lake un cambio drástico de tecnología como para criticar la decisión de Apple de utilizar el diseño previo? En mi opinión, no. También lo comenta C|Net en este artículo, donde califican a Kaby Lake en realidad como un Skylake+ sin grandes mejoras notables para el usuario. Esto es porque realmente se han salido del circuito “tick-tock” que sobre el que oscila cada arquitectura, siendo Kaby Lake una derivada más eficiente del modelo promulgado por Skylake (no un cambio de arquitectura en sí). Apple, por tanto, sí ha montado los mejores procesadores que Intel tiene en el mercado, perfectamente viables para aplicaciones y usos profesionales. Lo único criticable aquí en mi opinión es que no exista ningún modelo con cuatro núcleos para las versiones de 13 pulgadas, que al menos debería ofrecerse como actualización opcional.

Los resultados de la CPU obtenidos con el ya tradicional Geekbench versión 4.0.3 (para 64-Bits), en ambos modelos del MacBook Pro son los siguientes (en cada caso se enlaza el acceso directo al informe completo del resultado):

Modelo y características

Plataforma

Arquitectura

Single-core Score

Multi-core Score

MacBook Pro (15-inch Late 2016) Intel Core i7-6820HQ 2700 MHz (4 cores)

Mac OS X 64

x86_64

4231

13307

MacBookPro13,2 Intel Core i7-6567U 3300 MHz (2 cores)

Mac OS X 64

x86_64

4142

8015

En cuanto a la medición sintética de pruebas para la GPU, el mismo Geekbench nos aporta los siguientes resultados:

Modelo y características

API

Plataforma

Compute Score

MacBookPro13,2 Intel(R) Iris(TM) Graphics 550

OpenCL

Mac OS X 64-bit

32405

MacBook Pro (15-inch Late 2016) AMD Radeon Pro 455 Compute Engine

OpenCL

Mac OS X 64-bit

47747

MacBook Pro (15-inch Late 2016) Intel(R) HD Graphics 530

OpenCL

Mac OS X 64-bit

19142

El rendimiento de los procesadores mejora, como en cada generación, pero las características propias de Skylake en un MacBook Pro no deben obviarse: mejoran la autonomía de la batería pese a ser más potentes, permiten descodificar vídeo 4K desde su chip gráfico integrado, reproducir hasta 4 vídeos en 4K de forma simultánea con sólo un 20% de carga del procesador, capacidad para conectar varios monitores UHD/4K externos de forma simultánea…

Para probar el rendimiento real, utilicé Final Cut Pro versión 10.3 y 13 vídeos de producción en 4K de Blackmagic, en un sólo proyecto. Apliqué filtros en tiempo real, hice composiciones, modificaciones, deslicé la barra de tiempo por todo el proyecto para probar la velocidad, modifiqué los parámetros del vídeo para probar en tiempo real los cambios de color o exposición… en todas las pruebas ambos modelos se comportaron de forma precisa y sin parones o saltos, incluyendo varias previsualizaciones simultáneas desde el sistema operativo en paralelo, así como operaciones de conversión en segundo plano. Lightroom, el programa que utilizo para procesar las fotos de todos mis artículos desde hace años, también vuela en estas máquinas. Cargué más de 900 fotos tiradas RAW a 16 Mpx en la biblioteca y apliqué varios efectos, conversiones y filtros, funcionando también de forma ágil y sin ralentizarse el sistema de ninguna forma.

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Evidentemente esto depende mucho de los proyectos o el paso de los archivos con los que trabajéis, pero en mi opinión y experiencia, estas máquinas están más que preparadas para el 90% de los trabajos que un profesional de vídeo o audio pueda necesitar. Menciono a estos profesionales porque son los que más demanda de potencia pueden necesitar de un portátil de este tipo, pero también hice pruebas utilizando VMware con Windows 10 y Office 2016, y se comportó francamente bien incluso utilizando la propia resolución Retina dentro de la máquina virtual, cargada en un escritorio separado mientras el principal hacía otras tareas.

Un punto importante son los juegos. Un MacBook Pro no es la mejor máquina para jugar, pero debería tener la potencia necesaria como para poder soportar juegos recientes. Más allá de los tests sintéticos de los bancos de pruebas, escogí dos que me permitían comprobar su propio rendimiento en frames por segundo. Éstos son los resultados:

Nombre del juego

Configuración

Frecuencia media de refresco (MacBook Pro 13")

Frecuencia media de refresco (MacBook Pro 15")

Tomb Raider

1440 x 900, juego en pantalla completa, calidad seleccionada: ALTA, Anti-aliasing FXAA conectado, todas las opciones en alta calidad

40,05 fps

52.02 fps

Bioshock Infinite

1280 x 800, juego en pantalla completa, calidad personalizada con Antialiasing conectado, resto de parámetros en modo normal

54,52 fps

94,22 fps

Como podéis comprobar, incluso el modelo de 13”, que no cuenta con tarjeta gráfica dedicada, se defiende bastante bien con juegos con alta demanda gráfica. Apple nos dice que este modelo en concreto, que monta una Intel Iris 550, tiene un rendimiento hasta 103 veces mejor que su homónimo en la generación anterior. Quizás en las pruebas prácticas no notemos un cambio tan drástico, pero es evidente que se ha mejorado con la inclusión de este nuevo modelo de gráfica integrada - quizás porque además de la RAM que comparte con el sistema principal, cuenta con una memoria DRAM exclusiva de 64MB para acelerar gráficos y reducir tiempos de cálculo de la CPU.

En el modelo de 15”, la Radeon Pro marca más la distancia con la su predecesor llegando hasta una mejora del 130% incluso comparándose con modelos que cuentan con gráfica dedicada. Como podréis apreciar en el cuadro de resultados de arriba, la Radeon Pro sería la elección perfecta para quienes necesiten toda la potencia que puedan conseguir en un portátil por trabajar en proyectos de alta carga gráfica. Aunque los resultados en el modelo de 13” me han sorprendido, aquí de nuevo un punto de mejora: el modelo de 13” también debería contar con una opción para mejorarlo con una gráfica integrada similar a la de su hermano mayor.

La memoria RAM: no hay 32GB pero tenemos Memoria Comprimida en macOS

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Cuando analizamos un producto de Apple, no podemos quedarnos en los números. Si nos quedamos en las tablas de cifras y en modelos teóricos - aplicables en otros sistemas - nos estaremos perdiendo gran parte de las ventajas del ecosistema, que es la interacción estrecha entre hardware y software. Sobre estos MacBook Pro he leído en muchos sitios criticar duramente la no inclusión de 32GB en algún modelo, pero casi ninguno de ellos ha explicado a sus lectores una tecnología que llevamos utilizando desde Mavericks y que, en parte, puede ser la razón por la que Apple no se ha querido arriesgar a penalizar el rendimiento del sistema añadiendo más memoria.

Es importante conocer el método de Compresión de Memoria que tenemos en macOS desde Mavericks, para entender la decisión de Apple apostando por autonomía sin sacrificar utilidad

De hecho, de nuevo la razón por las que Apple ha decidido no arriesgarse con los 32GB es precisamente porque los procesadores actuales de Intel aún no soportan memoria DDR4 - que requiere mayor potencia - lo que exigiría un rediseño de la placa base y reducción del espacio para la batería. Añadir esta cantidad de memoria supondría un consumo de energía excesivo y no sería eficiente para un portátil de estas características. Más allá de las razones de la marca, es hora de pasar a la práctica. ¿”Funcionan” los 16GB en los nuevos MacBook Pro?

Sí. Y lo hacen gracias a la tecnología que mencionaba antes, la compresión de memoria. Lo incluyó por primera vez Mavericks, y aunque pasó sin mucha repercusión en aquel momento, la prensa técnica estuvo de acuerdo en que era un gran paso adelante en la mejora del rendimiento del mundo Mac. Consistía en apartarnos del modelo tradicional de utilizar el disco duro como almacén para RAM virtual, cuyo acceso es mucho más lento que la propia memoria.

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El mecanismo consiste en comprimir los archivos que estamos utilizando dentro de la propia memoria RAM. Del proceso de codificación / descodificación se encarga la propia CPU del sistema, pero luego almacena el resultado no en el disco duro, sino en la RAM, pero utilizando la mitad de espacio. A efectos prácticos, dobla la RAM que tengamos instalada. Y aunque el proceso de codificación / descodificación no sea algo instantáneo, es cientos de veces más rápido que almacenarlo en el disco duro - aunque contemos con discos SSD de gran rendimiento incluso.

Esto explica por ejemplo cómo con mi anterior MacBook Air de 2011, a partir de Mavericks, el cambio de rendimiento era más que notable cuando utilizaba archivos grandes almacenados en RAM. Para estos MacBook Pro la ventaja es todavía mayor ya que cuentan con procesadores de última generación, expertos en optimizar las operaciones y con velocidades realmente altas.

Desde Mavericks, el Monitor de Actividad se ha remodelado mostrando mejor la información sobre el comportamiento de memoria. Aquí es interesante que nos fijemos en el gráfico de Presión de Memoria - mientras se mantenga en color verde, el rendimiento es óptimo. Dentro de la “Memoria usada”, distinguiremos por el método escogido para almacenarla. En el apartado de “Comprimida” veremos el peso total de los archivos que el sistema operativo está compactando para que no sobrepase la RAM instalada. Es interesante fijarnos también en el indicador “Espacio de intercambio usado” - el que utiliza el disco duro como almacén temporal - ya que mientras menos cantidad de datos haya allí, mas eficiente seremos. Para que los datos lleguen a este espacio de intercambio, antes tienen que congestionar la memoria comprimida, por lo que es un buen filtro de rendimiento, completamente gestionado por macOS de forma transparente.

Vamos a probarlo. Puse en funcionamiento la mayor parte de las aplicaciones que tenía disponibles instaladas, entre ellas:

  • Final Cut Pro 10.3 con 13 vídeos 4K cargados
  • VMware con Windows 10, Excel y PowerPoint en ejecución
  • Lightroom con 129 fotografías RAW de 16Mpx
  • Ulysses con un texto de más de 5000 palabras
  • Apple Music, con la BSO de Westworld (os la recomiendo, por cierto)
  • Mail, con una cuenta Push iCloud y Gmail
  • Outlook, con una cuenta Push Exchange
  • Fantastical 2
  • Mensajes y Notas abiertos
  • 1password, OneDrive en ejecución
  • Transmission, descargando un archivo de 8GB

El impacto en la memoria RAM del equipo fue la siguiente:

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Como veis en la captura, a pesar de la cantidad de aplicaciones abiertas - y funcionando - la compresión de memoria trabaja eficientemente manteniendo más de 4GB comprimidos y sólo 175GB en el fichero de intercambio con el disco duro. De esta forma, el sistema consigue refrescar la memoria física disponible y las aplicaciones tendrán a su disposición más RAM práctica de la teórica disponible. Es más, aún con esta carga de memoria, el sistema es perfectamente estable, incluso cambiando entre aplicaciones, añadiendo nuevos archivos…

Evidentemente, contar con el doble de RAM real sería la mejor opción (porque con el sistema de compresión de memoria nos iría todavía mejor), pero no es un problema para el trabajo profesional con el portátil al menos en un 90% de la mayoría de los casos, sin ver penalizado el rendimiento global.

Disco duro y batería

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El disco duro es otra de las grandes mejoras de este nuevo MacBook Pro, y en este nuevo modelo de Apple incorpora uno de los más rápidos del mercado, con velocidades de lectura y escritura de hasta 3.1 GB/s y 2.2GB/s, el doble de veloz que el modelo anterior. El modelo de 13 pulgadas cuenta con velocidades de lectura y escritura prácticamente idénticas, con hasta 3.1 GB/s y 2.1GB/s, también mejorando en más del doble la generación previa. Para el banco de pruebas de BlackMagic, prácticamente es perfecto:

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La batería es uno de los puntos que no ha alcanzado en mis pruebas el rendimiento teórico que Apple anuncia oficialmente, llegando hasta las aceptables 7 - 8 horas de media, pero alejadas de las 10 horas - máximo - que se han conseguido en otras generaciones. En mi opinión, creo que se trata más de optimizar el hardware y software- ahora que contamos con Touch Bar, procesador T1, etc… - que de añadir más batería físicamente.

En mis pruebas, comenzando con la pantalla al 75% de brillo, durante varios ciclos navegué por internet con Safari, contesté correos electrónicos con Mail, puse películas a pantalla completa en iTunes (en 1080p), utilicé Slack, Mensajes, Excel (nativo de macOS, Office 2016)… Eso sí, el portátil estaba con constante movimiento entre estancias, por lo que el cambio de iluminación pudo afectar al cambiar automáticamente el brillo en la TouchBar y el teclado, así como en la pantalla. Hay campo de mejora en este punto que seguro se puede optimizar en futuras actualizaciones de software, y en cualquier caso, alcanza una buena cifra global para trabajar con él sin conectarlo continuamente a la corriente, pero en ningún caso llega a las 10 horas, según mi experiencia.

Los puertos USB-C (Thunderbolt 3)

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Otro de los puntos más discutidos del nuevo portátil es la única inclusión de hasta cuatro puertos USB-C utilizando el protocolo Thunderbolt 3. Cada uno de estos puertos tiene velocidades tan increíbles como hasta 40Gbps, y es tremendamente versátil, pudiendo conectar en cualquiera de ellos el cable de carga, un adaptador de vídeo (si el monitor no cuenta con USB-C nativo) pudiendo conectar en el modelo de 15” hasta dos monitores 5K simultáneos. En el modelo de 13 pulgadas tenemos la posibilidad de conectar un monitor externo 5K o dos 4K simultáneos también. Thunderbolt 3 dobla el ancho de banda de la generación anterior, consiguiendo que se puedan conectar monitores de hasta 5120 x 2160 píxeles por un sólo cable, por primera vez.

También es retro compatible mediante adaptadores con USB 3.1, HDMI, VGA, DVI y aquí es donde en mi opinión se ha exagerado tremendamente el hecho, posiblemente para ganar titulares más que para contar la propuesta de Apple. Con el MacBook Pro tenemos un portátil profesional que cuenta con no una, sino hasta cuatro salidas USB-C con el protocolo de conexión más rápido y versátil disponible. Intentar hacernos pensar que esto es un problema, debería ponernos sobre aviso precisamente sobre que Apple está pensando más en sus usuarios que nunca.

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MacBook Pro 2016 vs MacBook Air 2011

En mi experiencia con el MacBook Pro - y también llevaba trabajando a diario con un MacBook Air de 2011 - no es necesario llevar encima toda esa barbaridad de cables y adaptadores que he visto en esas fotos. Un par de adaptadores de viaje USB-C a USB-A es suficiente para la mayoría de todo lo que queramos conectar. Como veis en las imágenes, no es necesario que compréis el de Apple si os parece caro o aparatoso: afortunadamente, la compañía está siguiendo un estándar, por lo que podemos adquirir el que queramos al no ser un adaptador propietario de ellos.

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Precisamente por eso, este nuevo MacBook Pro no incluye MagSafe, una de las gran pérdidas de esta generación: si Apple hubiera modificado el conector USB-C no estaría siguiendo el estándar y volvería al conector propietario, invalidando un puerto de los cuatro y destinándolo sólo para carga. A su favor, ahora podemos cargar el portátil desde cualquiera de los puertos: el sistema operativo es el encargado de adaptar inteligentemente la entrada de energía desde ellos, indistintamente.

Vivir con un MacBook Pro que sólo cuenta con USB-C requiere ciertos cambios: por ejemplo, yo he optado por estos dos mini-adaptadores, y he adquirido un cable Lightning a USB-C, ya que es algo que utilizaré mucho en el día a día. Mi recomendación, es que os paséis de los adaptadores al cable nativo, por ejemplo si necesitáis un cable para conectar un monitor HDMI, o un cable Ethernet. Los podéis encontrar a buen precio y estaremos aprovechando los nuevos puertos del portátil directamente. A pesar de todo, opino que Apple sí debería haber incluido uno de estos adaptadores USB-C a USB-A en la caja del nuevo Mac, al menos para ser coherente con los usuarios que tienen hoy en día un iPhone y quieren cargar el teléfono en su nuevo ordenador, que también podrían haber aprovechado con otros dispositivos. Esto quizás hubiera servido para lograr una transición más tranquila, apaciguar las críticas y simplificar la experiencia al usuario de la marca.

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No volvería a los distintos puertos de modelos anteriores: prefiero la potencia y versatilidad que ofrece hoy en día Thunderbolt 3 vía USB-C

En ningún caso soy partidario - es cuestión de opinión - de incluir ni un solo puerto USB-A o HDMI de forma nativa en el portátil: prefiero la versatilidad y potencia del nuevo USB-C, y considero que pronto se quedaría obsoleto - tal y como está avanzando la llegada del estándar, no sólo por Apple. Es más, al revisar MacBook Pro de generaciones anteriores, descubro que hay bastantes puertos que no he utilizado nunca: ¿no os parece mejor idea conseguir que todos podamos aprovecharlos? Los adaptadores ni son grandes, ni son exclusivos de Apple - podemos comprar de cualquier marca - ni son tan drama como quieren hacer ver por ahí, no tenemos que ir cargados con cien - en cualquier caso, son parte de una transición y quedarán en el pasado en algún momento. Así que, sobre este tema, bien por Apple y la valiente decisión de incluir estos nuevos puertos. Por cierto, sobre recuperar el MagSafe, hay ya soluciones de terceras marcas como Griffin, con un cable especial que tiene un conector similar al original de Apple. Ya os adelanto que he pedido una unidad y os contaré en un próximo artículo que tal se comporta.

Conclusiones: un MacBook Pro muy Pro

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Por todo lo que he comentado, en mi opinión, tenemos una de las mejores generaciones de MacBook Pro de entre las que hemos podido disfrutar en los últimos años. Obviamente uno de los puntos negativos es que contamos con sólo los 16GB de RAM teóricos, pero como ya hemos visto, la conjunción hardware + software de Apple suple en cierta medida esta carencia con un método de compresión de memoria muy eficaz, no notándose en el rendimiento práctico incluso con varias aplicaciones de alta demanda funcionando a la vez. La batería también podría ser mejorable, ya que su rendimiento sólo llega hasta las 7 - 8 horas prácticas de las 10 que debería aguantar como máximo, con lo que posiblemente sea necesario eficientar la gestión de energía de la TouchBar y el nuevo chip T1 en próximas actualizaciones.

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El diseño global del portátil - y no hablo sólo de su estética, también de todos los retos que Apple ha tenido que afrontar para dar lugar a un producto así - es espectacular. Físicamente más llamativo, preparado para los cambios y dispositivos del futuro gracias a los nuevos puertos Thunderbolt 3 (el protocolo) utilizando un estándar como USB-C (el adaptador). La Touch Bar es una herramienta que convierte en útil las ideas de trasladar el mundo táctil a los ordenadores, con mucho recorrido ahora que los desarrolladores ya comienzan a sacar sus aplicaciones compatibles con ella. Es más allá de una ayuda contextual, una herramienta de aprendizaje que nos acompañará a conocer mejor cómo funcionan las aplicaciones y después, a exprimirlas al máximo.

Una gran reinvención: mejora en prácticamente todos los aspectos en los que Apple ha podido mejorar, llevando muy bien a la práctica ideas y ejecución

La asombrosa pantalla, el salto cualitativo en los altavoces, la mejora en el teclado, la ampliación del trackpad ForceTouch, la inclusión de Touch ID… Apple ha querido mejorar todos los puntos de mejora a su disposición en este nuevo modelo, y eso sí que se merece llevar el apellido Pro. Un portátil que sorprende en el día a día con su rendimiento, fruto de esa combinación hardware y software que sólo Apple es capaz de conseguir en un producto, y lo aleja de los estereotipos teóricos contra los que se suelen comparar otras marcas. Una reinvención con muy buenas ideas, mejor llevadas a la práctica. De nuevo, hablar de un MacBook Pro es hablar de un paso firme - y valiente - hacia adelante.

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