Quién es Lawrence Levy, mano derecha de Steve Jobs que reflotó Pixar, "una compañía fallida sin futuro", ahorrándole una fortuna en pérdidas

Quién es Lawrence Levy, mano derecha de Steve Jobs que reflotó Pixar, "una compañía fallida sin futuro", ahorrándole una fortuna en pérdidas

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Steve Jobs no dejó su huella solamente en Apple. Sabemos que pasó parte de su juventud en Atari, sabemos que fundó NeXT tras ser despedido y sabemos que también tiene un gran legado en los estudios de Pixar. Y como ha ocurrido con Apple, el paso de Jobs por Pixar también fue una montaña rusa con la ayuda de muchas personas que dejaron su huella correspondiente.

Una de esas personas en Pixar fue Lawrence Levy, quien aceptó trabajar con Steve Jobs en el peor momento tanto para el cofundador de Apple como para el estudio de animación. Todo el mundo le aconsejó que no lo hiciera: ignorar ese consejo fue lo que obró el milagro.

"Quiero ofrecerte un puesto en mi empresa. ¿Conoces Pixar?"

pixar studios

Pongámonos en situación: estamos en el año 1994, ocho años después de que Jobs fuese despedido por la junta directiva de Apple. En ese momento Jobs estaba buscando a alguien para que gestionara las finanzas de una Pixar que también estaba en unos momentos difíciles: el estudio aún no había lanzado ningún cortometraje y el público aún veía la animación por ordenador como algo muy raro. Disney seguía triunfando con la animación tradicional en dos dimensiones y nadie le veía freno a eso.

Jobs y Levy congeniaron gracias a pactar una sinceridad brutal e independencia completa entre ellos

La propuesta llegó a oídos de Lawrence vía una llamada telefónica de Jobs que recuerda en GQ: "Quiero ofrecerte un puesto en mi empresa. ¿Conoces Pixar?". El ejecutivo también concedió una entrevista a Libertad Digital en 2018 donde comenta el momento en el que aceptó ese trabajo:

"Cuando me uní a Pixar en 1994, todos los que conocía pensaron que era una mala decisión. Dijeron que era una compañía fallida sin futuro y que era un error trabajar para Steve Jobs porque no había tenido ningún éxito después de que fue despedido de Apple en 1986. Era un gran riesgo para mi carrera"

Sinceridad ante todo y una historia de amistad: Toy Story

Pero Levy comenta que vio buenas señales en ese trabajo. Primero, porque tanto él como jobs acordaron ser absolutamente sinceros el uno hacia el otro. Había que comunicar la situación sin tapujos, no maquillar nada que luego pudiera convertirse en un desastre. Jobs tampoco le puso ningún tipo de límite para gestionar el dinero, tenía libertad total para tomar decisiones.

En ese momento Pixar estaba preparando lo que iba a ser su última carta que decidiría si el estudio sobrevivía o iba dirigido a la bancarrota: Toy Story. Se lanzaban de hacer cortometrajes a películas completas, algo que tanto Jobs como Levy veían como un buen objetivo.

La película fue un prodigio a nivel técnico para la época y la historia encajaba, pero Steve Jobs dudaba. La veía demasiado infantil, y él quería que convenciese tanto a pequeños como a adultos. Por lo tanto, el márketing que promocionaría la película iba a ser clave.

Anuncios como el que puedes ver arriba son los que obraron la magia. Toy Story caló no sólo entre los pequeños, también en el resto de edades. Y que Tom Hanks y Tim Allen fueran las voces de los protagonistas en la versión original dejaban claro que se trataba de una superproducción más allá de lo técnico.

Tras Toy Story, Pixar pasó a ser valorada con 1.500 millones de dólares. Ojo, porque esto fue únicamente el principio: con el estreno de otras películas ese valor llegó a cuadruplicarse. El estudio pasó de temer su fin a convertirse en uno de los referentes del género. La figurita de Wall-E que encontré en un bazar de ya no recuerdo dónde sigue luciendo en una de mis estanterías.

Levy cuenta todas sus hazañas en su libro 'De Pixar al cielo', que podemos encontrar en Amazon por 4,74 euros en su versión digital. Años después, el ejecutivo decidió dedicarse al estudio de la meditación y la filosofía dejando su carrera en el cine. Cuando se lo comentó a Steve Jobs, la respuesta fue "me alegro que uno de los dos pueda hacerlo".

Imágenes | Harvard University, Max Cortez

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